Vista rápida

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Simplemente llego a tu oficina sin avisar y le digo a tu secretaria:

-¿Está di?

-Para usted siempre está, Señora.

-Le voy a hacer una visita social… – le hago un guiño. -Que no nos interrumpan…

Ella sonríe.

Entro sin tocar, sin saludar… ¡Nada! Me ves y apenas lográs medio sonreír. Sin tiempo de que podás reaccionar, te tomo del brazo, te inclino sobre el escritorio…

-¡Silencio!

Y te bajo los pantalones. Antes de que podás analizar lo que sucede, he sacado un strapon de mi bolso y me lo pongo, ya tiene puesto un condón, lo lubrico con poquita saliva y en segundos te estoy montando, te doy duro y rico… ¡Sin compasión!

Los pocos minutos que dura se te hacen eternos. Sentís el dildo firme y grande invadiéndote hasta adentro. Estás hiperventilando. Entre el dolor de dildo abriéndote, la humillación de que te monte sin previo aviso, en un lugar donde estás tan expuesto, y tu intento desesperado de complacerme y no hacer ruido, empiezan a correr lágrimas por tus mejillas. Te aferrás con todas tus fuerzas a los bordes del escritorio. Estás temblando. Me oís jadear excitada encima tuyo, mientras te penetro rápido y profundo.

Tenés una erección tan fuerte que duele. Escuchás en mi gemido cómo me vengo mientras te ataco con penetraciones cortas, rápidas y profundas. De pronto estás vacío, no me sentís…

-Subite los pantalones… ¡YA!

Te incorporás temblando y a como podés, te vestís mientras me quito el strapon. Cuando terminás de vestirte, te doy el condón usado, vas a votarlo al baño de tu oficina y cuando volvés, ya no estoy.

Te parece un sueño, pero el dolor y la humedad en tu ano te recuerdan que sí pasó. Sin una caricia. Sin un beso. Solo las palabras indispensables. Como un huracán que entra, te usa y se va.

Siguen corriendo tus lágrimas. No llorás desconsolado, pero tampoco podés parar. Cerrás los ojos e inclinás la cabeza en el respaldar de la silla. Se abre la puerta… ¡La secretaria te va ver llorando!

Pero soy Yo de nuevo, te doy un té caliente, me siento en tus regazos, te beso en la boca y te susurro con dulzura…

-¡Hola, amor! ¿Cómo estás?

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